Universo y Paraíso. Exposición de Juan Carlos Rodríguez en la Escuela de Artes de Granada. Noviembre – diciembre 1997


El surrealismo y la variadísima materialidad son las cualidades principales de una obra como la de Juan Carlos Rodríguez, artista madrileño de incesante actividad creadora en los últimos doce años. Los contrastes y lo imposible en apariencia, la disolución de cualquier suerte de barreras o límites ideológicos o estéticos, técnicos o materiales son objetivos fundamentales de una práctica que se desarrolla en unos márgenes conceptuales que nos remiten a Magritte o De Chirico, y que de los que no se encuentra ausente el primer universo surreal daliniano.

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Pero este especial mundo onírico y simbólico no se encuentra inmerso en la gran tragedia humana que supone el movimiento surrealista original. La desesperación y el abandono sentidos expresados por la generación de la transición e inicios del siglo XX, el desgarro y el vacío que aquel surrealismo implicaba, el silencio absoluto de lo sin sentido, no se encuentran aquí sino en un recuerdo, una pura referencia histórica. El entusiasmo y la ironía impregnan una obra que es sin duda voz de su propio tiempo y que se traduce ante todo en experimentación espacial y matérica. Lo real y lo imaginado, lo presentido y lo vivido, el recuerdo, la memoria y el futuro se funden y se compartimentan en una obra que es ante todo voz de una experiencia interior, un viaje hacia el pensamiento que Juan Carlos Rodríguez desarrolla a lo largo de un universo técnico-práctico perfectamente sometido a los dictados de la idea.

La intervención de un plano oblicuo en el espacio del cuadro es una constante en una obra de colorido sereno, contrastado y armónico a la vez. Lo humano y lo arquetípico, la línea y la masa, la profunda nitidez de los elementos constituyentes de la obra son características básicas de una obra en la que se funden vanguardia y posmodernidad, la herencia inagotable de la historia y la esperanza inmejorable de futuro.

Eva V. Galán (El Ideal, Granada)

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